El arte perdido de hacerlo simple
Es en lo simple donde suele habitar lo verdaderamente valioso.
Estoy en una comunidad de entusiastas de la IA.
Algunos están creando sus propios modelos, generando imágenes increíbles, automatizando procesos enteros o incluso desafiando industrias tradicionales… como la del pan artesanal.
Y sí, me entra el FOMO.
Porque aunque ya uso la inteligencia artificial en varias de mis tareas diarias, no estoy —ni de cerca— en el nivel de experimentación que otros están alcanzando.
Y justo ahí, en medio de esa sensación incómoda, apareció una vocecita en mi cabeza que dijo:
“Mejor primero hago mucho dinero… y luego ya me clavo más en esto.”
Y fue ahí donde hice una pausa.
Porque caí en cuenta de algo que había olvidado:
Ya construí un sistema simple, elegante, que me apasiona y que produce dinero.
Y no uno, sino dos.
Uno requiere de mi presencia activa. El otro no. Ambos son simples. Ambos funcionan. Ambos me han dado libertad.
¿Estoy diciendo que no vale la pena explorar lo nuevo?
No.
Estoy diciendo que antes de perseguir lo brillante, asegúrate de haber consolidado lo simple.
Porque uno de los errores más comunes —alimentado por el ruido social, las tendencias y la adicción a lo complejo— es creer que necesitamos crear la próxima gran cosa para que valga la pena.
Y no.
También se puede crear riqueza con lo que ya existe, con lo que ya funciona, con lo que no necesita presentación ni pitch espectacular.
He ayudado a emprendedores a lanzar o escalar negocios que no van a salir en TechCrunch, pero que resuelven un problema real… y son bien pagados.
He acompañado a inversionistas a elegir vehículos financieros que no prometen la luna, pero entregan retornos sólidos y constantes, sin dramas, sin sobresaltos.
Lo esencial casi nunca hace ruido.
Pero paga muy bien.
Jeff Bezos alguna vez lo explicó así:
“No me pregunten qué va a cambiar en los próximos 10 años. Pregúntenme qué no va a cambiar.”
Porque lo que no cambia es donde uno debe construir.
Yo decidí construir desde lo simple.
Y cuando lo tenga resuelto a gran escala… entonces sí, quizá me meta a jugar con modelos de lenguaje, a automatizar procesos con pipelines complejos, porque lo que sí ya hice fue a clonar mi voz con IA para narrar mis libros.
Así que ahorita primero lo simple.
Y si tú también estás en ese punto de querer claridad, ejecución y resultados —sin necesidad de inventar cohetes espaciales— escríbeme.
No te prometo magia.
Te prometo claridad, enfoque y ejecución que funcione para ti.
— J.